Colaboración especial con Rodolfo González Sarrelangue
A Ofelia Aguirre, entrañable amiga.
Eres el promedio de la gente con la que eliges rodearte y no el promedio de la gente que te rodea. Esto es una elección. Tú puedes decidir quién sí y quién no en tu vida. Rodéate de amigos, de influencia positiva que te ayude siempre a crecer y la última y más importante pregunta.: ¿Quién estás siendo tú para las personas que te rodean?
Esta reflexión es una síntesis de diferentes teorías que plantean el impacto que tienen en nuestras vidas las personas más cercanas.
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Jim Rhon, autor y orador motivacional, fallecido a la edad de 79 años, decía que somos el promedio de las cinco personas más cercanas. Asimismo, planteaba que para que las cosas cambien y mejoren uno es el que tiene que cambiar y mejorar.
El doctor David Mc Lelland, psicólogo estadounidense fallecido a los 81 años, quien se destacó por su teoría de la necesidad. En su estudio se da cuenta que el 95 por ciento de nuestros éxitos o fracasos está directamente relacionado con las personas a nuestro alrededor.
Nicholas Christakis y James Fowler, investigadores sobre el poder de las redes sociales, donde ellos estaban tratando de estudiar las conductas alrededor de la salud. Se dan cuenta que los amigos o las personas más cercanas a nosotros tienen el mayor círculo de influencia. Ya sea directa o indirectamente a través de cualquier red social.
Ambos, por ejemplo, mencionan que si un amigo cercano a ti fuma, hay 61 por ciento más de probabilidades de que tú fumes. Si un amigo de un amigo lo hace, el porcentaje se incrementa en un 29. Si un amigo de un amigo, de un amigo fuma, hay un 11 por ciento más de que seguramente tú fumes. O, en el peor de los casos te vuelvas un fumador pasivo.
Ellos descubren que no nada más en temas de salud, sino en temas sociales, económicos, de felicidad se da un efecto de ola. Si hay personas muy positivas cercanas a ti, tu porcentaje de felicidad se incrementa. Christakis y Fowler se dan cuenta que nuestro circulo social influye consciente o inconscientemente, directa o indirectamente en nuestra vida.
En nuestras decisiones, en lo que hacemos o dejamos de hacer. Porque en nuestras vidas como seres humanos siempre estamos tratando de ir de un punto A a un punto B. Lo que las personas cercanas a nosotros piensan, dicen, hacen, celebran, aplauden o dejan de aplaudir tiene un impacto fortísimo en nuestras vidas. Porque biológicamente los seres humanos estamos diseñados para pertenecer a un grupo.
Muchas veces, el deseo de aceptación nos lleva a sacrificar o ser de cierta forma con tal de pertenecer al grupo. Como músico, en mi etapa adolescente dejé de estudiar dos años para vivir la pasión de la música. En ese lapso, mis amigos continuaron sus estudios y algunos ya trabajaban.
En alguna ocasión platicaron conmigo para hacerme volver al “buen camino” y me dijeron que si ya no iba a estudiar que buscara un trabajo. Internamente eso me indignó pues no consideraban trabajo ensayar, estudiar música, tocar todos los días y ganar un excelente sueldo.
Cuando les repliqué que la música era trabajo, me comentaron que lo que debía hacer era trabajar. Por ejemplo, en un banco, como lo hacía un amigo del grupo. Por curiosidad le pregunté al amigo cuánto ganaba. Muy orgulloso me dijo que 10 mil pesos mensuales. En esa época mi grupo y yo trabajábamos para una compañía cervecera y ganábamos mil 25 pesos diarios por elemento. Lo cual daba más de 30 mil mensuales.
Mi respuesta fue: -pues yo gano mucho más que tú.
La réplica de mis amigos fue que eso no era un trabajo y lo que yo debía hacer era regresar a estudiar. Si lo deseaba, ponerme a trabajar también. Aquí se demostró que la presión del grupo y los amigos cercanos. A quienes yo veía encaminados a ser profesionistas y a otro como un empleado honorable con todo y sus 10 mil pesos mensuales. Hizo estragos en mí, porque sentí que estaba perdiendo el tiempo, mi grupo empezaba a no aceptarme. Y, socialmente en los 60, dedicarse a la música era ser un inadaptado, un mariachi o un vago.
La verdad, ver a mis amigos ya encarrerados como médicos; biólogos, ingenieros o economistas causó un efecto de estar perdiendo oportunidades. De tirar mi vida por la borda. Aunque ganara mucho más que el banquero, quien socialmente era bien visto y aceptado. Incluso con una amiga que en esa época era mi novia, sus padres no me veían con buenos ojos. Al grado de que cuando llegaba a verla, oía el grito de su mamá que le decía: “aquí está el mariachi”.
Afortunadamente, el tiempo me dio oportunidad de retomar mis estudios. Concluir mi carrera, trabajar “honestamente” y convertir en un pasatiempo mi pasión que es y ha sido la música.
Esto confirma que las cinco personas o más que nos rodean y que son cercanas a nosotros. Pueden ser familiares, la pareja, amigos, compañeros de trabajo con quienes pasamos más tiempo ya sea físicamente, por teléfono o en redes sociales. Pero a quienes les dedicamos más tiempo, cada una de ellas es una influencia positiva o negativa en nuestra vida.
Si te apoyan o limitan, suman o restan, liberan o enjaulan, te dan orgullo o vergüenza, construyen o critican. ¿Qué temas manejan entre ustedes? ¿Cómo viven, etc. ¿Qué temas de conversación tienes con ellos? ¿Cómo se hablan? ¿Cómo vive cada una de estas personas? ¿Se permiten vivir una vida llena de sueños, como manejan sus emociones?
Si en realidad somos el promedio de las personas que nos rodean, ¿te gusta el promedio de tus personas cercanas?
Si ya haces el promedio de cada una de esas personas, la sugerencia es hacer una limpia. Porque la mayoría de las personas a nuestro alrededor están ahí de manera accidental o circunstancial, ya sea por cuestiones geográficas, de sangre o casualidad. Haz que las personas de las que eliges rodearte sean una decisión diaria, una elección.
En el caso de las personas tóxicas o violentas, la tolerancia es cero. Ni siquiera tienes que hacer un análisis de ningún tipo. Esa relación tiene que ser eliminada de tu vida inmediatamente. Pero si te empiezas a dar cuenta de que algunas personas no suman y no son una influencia positiva en tu vida y no aportan nada. Lo que puedes empezar a hacer es marcar límites y decidir a quiénes quieres conservar y a quienes ya no.
Con base en lo anterior, hay que empezar a establecer prioridades. Ver a quienes les vas a dedicar más o menos tiempo, darte el permiso de cambiar, de reinventarte a cada paso. Entender que lo más preciado que tienes es tu tiempo y tu energía que son recursos limitados y que puedes decidir conscientemente a quién dárselo.
Ahora hay que construir conscientemente tu propio círculo, analizar qué cualidades quieres nutrir en tu vida, qué quieres ser. Debes entender que las personas cumplen diferentes propósitos en tu vida. Hay quienes te inspiran, quienes te ayudan a soñar. Hay quienes cumplen una función importantísima que es la diversión y las risas. Hay otras personas que te aterrizan a ver tu realidad.
Hay otras que te retan o te motivan; unas que te sostienen y te ayudan a encontrar fuerza y hay otras que te llenan de apapachos o de amor. Lo importante en todo esto es que te preguntes: ¿qué quiero y a quien quiero en mi círculo cercano? Sin presiones, sin dejar de ser tú y no ceder por ser aceptado en algún grupo. Namasté.