Desde el 11 de septiembre, el volcán La Palma encendió las alarmas del mundo. El cráter es noticia por los numerosos terremotos y la deformación que el Instituto Geográfico Nacional registró en su red de vigilancia volcánica.
Finalmente, el magma alcanzó la superficie el domingo 19 de septiembre.
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Actualmente, la lava del volcán La Palma se encuentra a pocos kilómetros del océano Atlántico. De acuerdo con reportes de las autoridades, este miércoles se encamina al municipio de Todoque. Ante esta situación, agentes de la Guardia Civil escoltan a vecinos de la entidad y otras localidades cercanas para que puedan recoger sus pertenencias.
La lava de la erupción, que empezó en la isla este domingo, ha cubierto 154 hectáreas de terreno y destruido más de 180 viviendas. El Instituto Volcanológico de Canarias estima que la erupción continúe entre 24 y 84 días más.
¿Qué significa en términos geológicos lo que está ocurriendo?
Las zonas volcánicas activas, como las Islas Canarias, traen magma desde la profundidad hasta la superficie. Pero esto es solo el final de la historia.
Bajo el volcán, el magma se acumula en forma de reservorios y se transporta a través de conductos, o diques. Tal como si fueran las arterias del volcán.
El viaje al exterior no es nada fácil ni pronosticable. Pero contamos con la ayuda de la sismicidad y la deformación como señales precursoras de erupciones.
El magma o roca fundida «se hace paso» rompiendo la roca que tiene alrededor.
Esa fracturación produce ondas que son medidas en superficie mediante sismómetros y pueden sentirse por la población como terremotos.