Sábado Santo. El sábado de gloria es para reflexionar del propósito de Cristo en tu vida.

El Sábado Santo es el nombre que se le da al día entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección.

 

Algunos cristianos reconocen el Sá-bado Santo, el séptimo día de la   Semana Santa, como el día en que   Jesús "descansó" de Su obra salva- dora. Al morir, Jesús gritó: "¡Con-sumado es!". No había más precio   que pagar; el pecado ya había sido expiado.

Después de Su crucifixión, Jesús   fue puesto en una tumba cercana, y Su cuerpo permaneció allí todo el  Sábado Santo (Mateo 27:59-60; Mar- cos 15:46; Lucas 23:53-54; Juan 19:39-42).

 

Las iglesias que celebran el Sábado Santo tradicionalmente lo hacen guardando un día de sombría reflexión en el que consideran el mundo de tinieblas que existiría sin la esperanza de la resurrección de Cristo. (Todos resucitarán en la segunda venida del Señor Jesucristo).

De hecho, sin la resurrección de Cristo, estaríamos en una situación desesperada. Si Cristo no hubiera resucitado, «vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados» (1 Corintios 15:17). Los discípulos se habían dispersado cuando Jesús fue arrestado (Marcos 14:50), y pasaron el primer Sábado Santo escondidos por miedo a ser también arrestados (Juan 20:19). El día entre la crucifixión y la resurrección de Cristo debió de ser un momento de dolor y conmoción, mientras los discípulos, atónitos, trataban de comprender el asesinato de Jesús, la traición de Judas y la pérdida de sus esperanzas. (Dios les dijo y les mandó que se reguardasen).

La única referencia bíblica a lo que sucedió el Sábado Santo se encuentra en Mateo 27:62-66. Después de la puesta del sol del viernes -el día de la Preparación-, los sumos sacerdotes y los fariseos visitaron a Poncio Pilato. Esta visita fue el sábado, ya que los judíos consideraban que el día comenzaba al ponerse el sol. Pidieron a Pilato un guardia para la tumba de Jesús. Recordaban que Jesús había dicho que resucitaría dentro de tres días (Juan 2:19-21) y querían hacer todo lo posible para impedirlo. Como sabemos, los guardias romanos no fueron capaces de impedir la resurrección, y las mujeres que volvieron al sepulcro el domingo por la mañana lo encontraron vacío.

 

El Señor había resucitado.

 

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