Un par de anuncios, que a nuestra consideración, de los más importantes que ha hecho esta administración en los últimos meses para impulsar al país en lo que respecta a economía,
Es el proyecto del Istmo de Tehuantepec y la ruta para seguir una moderma Política Industrial que ponga a México en el mapa en lo que respecta a relocalización de fábricas y manufactura tecnológica.
Si hay algo que es cierto es que, aunque ambos proyectos aún no tienen un plan listo para comenzar a operarse, si hay avances y pláticas que podrían hacerlos realidad en los próximos meses, o al menos el inicio de ambos. Es verdad que no hay nada aún en el presupuesto de 2023, pero no creo que ése sea un impedimento para que el gobierno, la iniciativa privada y la academia comiencen a operar esta ruta de Política Industrial que salpique con tecnología todo lo planeado en el Istmo de Tehuantepec.
Sin embargo, creo que sí hay un freno para acelerar estos planes que debe resolverse lo más pronto por parte de las autoridades, y eso tiene que ver con el impulso a la adopción rápida de las redes de nueva generación o 5G (ya viene incluso 6G en el mundo), que ayudaría a mejorar los procesos de automatización, comunicación y desarrollo social y tecnológico que se requiere para que estos dos proyectos lleguen a buen puerto.
Desde hace un par de años, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) ha estado tratando de convencer al gobierno de bajar los costos del espectro radioeléctrico, y atraer inversión que detone que México sea una de las naciones que más rápidamente adopte el 5G.
Los altos costos por el aprovechamiento del espectro y la necesidad de tener una mayor infraestructura en telecomunicaciones son factores que frenan el despliegue de la red 5G en México, se platicaba la semana pasada en el congreso México 5G que realizó DPL Group, y que es cierto.
Por una parte, estos costos que presentan los cobros por derecho y explotación del espectro radioeléctrico son un factor de riesgo para la próxima licitación pública que prepara el IFT (Licitación IFT-12), es necesario abaratarlos, y que se logre tener presencia de las empresas involucradas en la implementación de estas tecnologías para que se tenga éxito. De nada sirve, económicamente hablando, tener un insumo tan importante como es el espectro radioeléctrico parado, como elefante blanco, sin que genere los beneficios que se esperan con la llegada masiva del 5G.
Más allá de seguir manteniendo monopolios en el tema de conectividad e infraestructura en telecomunicaciones, se deben abrir las puertas a la llegada de más inversión y competencia, y no espantar a las empresas, como lo hemos visto en los últimos años, por temas como una contrarreforma eléctrica, la violencia e inseguridad y la certidumbre en el Estado de derecho.
El gobierno mexicano tiene la gran oportunidad con esta ruta de Política Industrial de convertirse en una nación boyante en tecnología, capacitación y transferencia tecnológica si sabe escuchar a los expertos, asumir que las empresas mexicanas están listas para subirse a esta ola de desarrollo, e impulsar la llegada de más inversión extranjera directa, si se apoya, reitero, la adopción de redes de quinta generación.
La inclusión digital es clave para que esta Política Industrial que se propone el gobierno sea exitosa. El diálogo público-privado y la colaboración de todos los actores de la industria, donde se incluye a la academia y a la misma sociedad, es fundamental para alcanzar un México plenamente conectado y el consenso para una hoja de ruta 5G y una economía digital vibrante.
Así como el Presidente pide que la gente exprese en urnas si se debe tener una contrarreforma energética o que la milicia siga en las calles hasta 2028, debería hacer su encuesta o votación para que sean ellos quienes decidan qué tipo de conectividad y dónde se debe invertir para generar empleo y subir el PIB cada año. Escuchar al pueblo bueno es ideal en estos temas y no sólo en los que le conviene políticamente hablando.
En lo personal, no me queda la menor duda que una sociedad conectada, con infraestructura de primer mundo, con empleo, con buena manufactura, con compañías nacionales que fabriquen insumos tecnológicos, que hagan sus propios autos, robots, computadoras, celulares, etcétera, es un pueblo que admira a sus políticos.
Las industrias creativas, las tecnológicas, las de la salud, entre otras, que insertan a un mercado como el mexicano en la evolución que se ha visto desarrollando económicamente hablando y aceleradas por la pandemia, son la clave para lograr el PIB esperado.
Es por ello que tanto las políticas públicas digitales, como la regulación, deben estar orientadas a lograr la inclusión digital universal, fortalecer la certidumbre jurídica y la inversión para el despliegue de la infraestructura y los servicios de internet que se necesitan.