Muy cerca están las elecciones presidenciales de 2024, estanos en análisis previos para las elecciones pero es necesarios destacar que aun el panorama es incierto.

 

Por InformativoQ y Jorge Meléndez Preciado

 

Entre corcholatas (Morena), suspirante huyendo para no ser encontrado (Ricardo Anaya, PAN), dirigente repudiado por su organización y hasta con posibilidades de ser desaforado (Alejandro Moreno, el famosísimo Alito, PRI) y quien jala todos los días la cuerda para tener alguna recompensa,  el cual ¿escribe? artículos diarios en varios medios, aparece cotidianamente en la portada de un informativo de nula circulación, publica libros ¿de su autoría? y encabeza el Senado de la Republica (Ricardo Monreal), la aspiración para dirigir un país en graves problemas, encuentra ahora en los medios nombres que no esperaba.

 

Uno de los primeros en levantar la mano fue el gobernador (sic incontrolable) de Oaxaca, Alejandro Murat. ¡Sorpresa!

 

El súper obediente mandatario de las indicaciones dictadas por Andrés Manuel López Obrador, y quien no tiene posibilidades remotas, se lanzó al  ruedo sin capote, al decir de los aficionados taurinos.

 

Para llegar a la silla oaxaqueña, debido a su escaza carrera política, tuvo la ayuda de su padre, José, uno de los políticos más hábiles y perversos, ya que lo mismo embarcó a Luis Echeverría Álvarez a estar en la Universidad Nicolaita de Morelia, Michoacán, después del 2 de octubre de 1968, lo cual le pudo haber costado que Díaz Ordaz lo removiera de la candidatura presidencial, que operó con el PRD el famoso Pacto por México, el acto publicitario más importante de Enrique Peña Nieto y su némesis.

 

José siempre ha engañado, incluso presentándose como muy cercano a la izquierda  que afirmando ser participante del movimiento del 68. Pero como la política mexicana es, generalmente, una simulación, ha salido adelante.

 

Su hijo Alejandro hace la finta para conseguir un hueso en este o el próximo sexenio.

 

El PRD, sin nada que presumir, ha dicho que sus posibles son dos impresentables: Silvano Aureoles Conejo y Miguel Ángel Mancera.

 

El primero, impuesto como gobernador en Michoacán  por los servicios otorgados a Peña Nieto en la Cámara de Diputados, dejó una administración endeudada, con mayor violencia en la entidad que recibió y se dedicó a viajar y regañar a los ciudadanos que le exigían información acerca de  la vida de sus desaparecidos.

 

El ridículo de Silvano fue mayúsculo ya que exigía una entrevista con AMLO y al no obtenerla, se sentaba, prácticamente solo, en una silla frente a Palacio Nacional.

 

Después hizo una gira internacional penosa, en la cual nadie lo recibió para supuestamente exponer sus quejas en contra del Presidente mexicano.

 

Mancera tiene muchos fierros en la lumbre. Desde el caso de Raymundo Collins, un prófugo al que nadie quiere detener, a pesar de que se sabe dónde está, luego de sus raterías en la Central de Abastos y el INVI; hasta las aprehensiones  de varios de sus colaboradores.

 

Miguel Ángel insiste que no está afiliado al PRD, aunque dirige la fracción de dicho partido, algo realmente insólito. Pero el lubricante que utilizó para esta y otras cuestiones, con su caballerango, Héctor Serrano, fue repartir dinero y más dinero. Y aunque no se le menciona, extrañamente, en el caso de la Línea 12, en su sexenio jamás se hizo nada para evitar la tragedia de todos conocida, ni para rehabilitar el Metro que ahora se lleva a cabo en la Línea Uno.

 

Leí un artículo de mi amiga y admirada, Teresa Gurza, acerca de la posibilidad que Beatriz Paredes aspire a la candidatura priista. Discrepo de sus juicios acerca de esta política tlaxcalteca que inició su carrera en la grilla  a los 17 años de la mano de Emilio Sánchez Piedras, entonces gobernador.

 

Sólo daré dos datos que la pintan de cuerpo entero a Beatriz.

 

Luego de presumir ser feminista y reunirse con la diversidad sexual en conciertos donde ella cantaba, impulsó cuando estuvo en la jefatura del tricolor la Ley para penalizar el aborto en todo el país por órdenes presidenciales. Y lo logró.

 

Hace poco acudió al Colegio de México (Colmex) invitada por su amigo, el nada confiable: Sergio García Ramírez. Llegó en silla de ruedas, pues sus problemas de obesidad la obligan a ello, y ante las preguntas acerca de las represiones de los gobiernos anteriores (1968,1971, Ayotzinapa y un largo etcétera) y los pillajes de individuos como Enrique Peña Nieto- éste la nombró embajadora en Brasil- dijo que nada de eso tenía importancia, ante la situación que vivimos actualmente.

 

Ante la ausencia de un verdadero opositor a la 4T, las ocurrencias están a la orden del día.

 

 

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