Naassón: la lección política

Los líderes de la organización religiosa “La luz del mundo” lograron esas condiciones de poderío, bien terrenales y para nada divinas, porque otros agentes políticos así se los permitieron.

 

Redacción

 

Aclaración: quien realmente busque un acercamiento sobre las entrañas y la compleja dimensión de eso llamado La Luz del Mundo, que busque y lea lo que la investigadora Renée de la Torre, del Ciesas, ha estudiado y producido al respecto en las últimas décadas. Lo que sigue es una aproximación de otro tipo, que espero aporte algo luego de lo ocurrido en una corte de Los Ángeles.

Las conductas criminales de dirigentes de La Luz del Mundo que ahora se han ventilado en una corte estadounidense ocurrieron en el contexto de la acumulación desmedida de poder.

Los líderes de esa organización religiosa lograron esas condiciones de poderío, bien terrenales y para nada divinas, porque otros agentes políticos así se los permitieron. Y opino que ésa es la principal lección pública que hay que sacar de la sentencia condenatoria en contra de Naasón Joaquín García.

La caída de Naasón ocurrió casi como en una fábula: cuando más visibilidad había logrado. En este sexenio ocurrió el exceso de Bellas Artes, donde se usó ese importante recinto para rendirle un homenaje al hoy condenado por delitos sexuales en contra de menores de edad. Martí Batres anduvo por ahí. Pero que la convivencia de gobernantes con el clan que creó y regenteó ese culto es de larga data e implica a personajes de los principales partidos políticos, eso que ni qué.

Si es máxima del evangelio que hay que dar al César lo que es del César, que hay que cumplir con las leyes de los hombres independientemente de acatar las normas que un credo impone, la pregunta hoy para los gobiernos es cuántos a nivel local en Jalisco y cuántos en otras latitudes han sido cómplices, así sea por haberse hecho de la vista gorda de las conductas de los dirigentes de esa Iglesia. Cuántos gobernantes desatendieron su obligación de contener a quienes, desde un culto, acumulaban poder público, y de vigilar que no hicieran mal uso de ese poderío en contra de los propios seguidores.

Que el poder absoluto corrompe absolutamente es algo más que un cliché. En el caso de Naasón podemos hablar de que, por generaciones, él y su familia forjaron un espacio donde la rendición de cuentas era, por decirlo así, discrecional. Para lograr eso aprendieron el lenguaje de los políticos y las reglas de los intercambios electorales.

Las víctimas reclaman que, luego de las denuncias que hicieron, sus reclamos no fueron secundados ni por otros miembros de la Luz del Mundo ni por externos. Y que, antes que solidaridad o acompañamiento, recibieron condenas e intimidaciones.

Una de las víctimas le declaró esta semana a Denise Maerker que consideraba como una burla la pena que se le impondría a Naasón. El daño que ella reclama está lejos de corresponderse con los 16 años en la cárcel que fue lo que se le impuso al líder religioso.

¿La sentencia en la corte de Los Ángeles significa que los gobiernos en México no emprenderán a fondo las revisiones necesarias de la manera en que operaban los líderes de La Luz del Mundo? ¿Desatenderán de nuevo sus obligaciones?

En La Luz del Mundo le han reiterado lealtad a Naasón. A saber si es una forma de intentar una cohesión para que todo siga igual tanto con respecto a sus seguidores como a sus aliados en la política.

Veremos si los políticos de Jalisco y de México aprovechan este escándalo para estar a la altura de sus obligaciones, y para vigilar que nadie, desde la religión, se aproveche de una posición de poder para victimizar a otros.

*Con la colaboración de Salvador Camarena.

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