Bamse, el San Bernardo Que Sirvió En La Segunda Guerra Mundial

No sólo existen héroes humanos en las guerras, quién dijo que un perro entrenado no podría salvar vidas o hacer grandes hazañas.

Bamse el Gran San Bernardo de los mares

 

REDACCIÓN


Visto así, cualquiera diría que combatió, o que fue mensajero en el frente. No obstante, lo cierto es que este “perrito” (cuyo nombre significa “oso mimoso” en noruego) no llegó a pisar el frente, sino que pasó la mayor parte de su vida activa en un barco buscaminas.

Bamse no combatió en la guerra, pero aun así su servicio fue inestimable para muchos. La tripulación se encariñó tanto con él que amenazaron con amotinarse cuando el capitán intentó llevárselo a otro puesto.

Este San Bernardo se hizo un hueco en las ciudades donde el barco quedaba estacionado, como Dundee, donde podía montar solo en el autobús. ¿Te lo imaginas? Sin humano ni supervisión, Bamse subía, mostraba su ticket (atado al cuello) y sabía dónde volver a bajarse.

Pero los viajes en autobús no fueron lo que lo hicieron famoso.

Bamse era un guardián, un protector. Rondaba las zonas de las tabernas y recogía a los marineros que estaban demasiado borrachos para encontrar el camino: los llevaba a casa. Más que eso, incluso detenía peleas: hay testimonios que indican que en una ocasión rescató a un hombre que estaba siendo amenazado con un cuchillo, cogió al atacante y lo lanzó al agua.

Y hablando de agua, más de uno y más de cinco marineros le deben la vida a este San Bernardo: Bamse no tenía ningún reparo en saltar al mar para salvar a aquellos que caían por la borda.

Bamse se metía en las peleas no para jalear, sino para evitar que las cosas llegaran a las manos: mil veces se puso entre dos marineros a punto de dejar de gritarse para hacer algo más, se ponía sobre sus patas traseras y, en toda su estatura, apoyaba la delanteras en uno de ellos como diciendo “ya, ya, ya pasó”.

Su vida estuvo llena de pequeñas anécdotas (entre ellas que lo vestían de marinero cada año para enviar fotografías a las familias de los marineros en casa), y está claro que vivió al máximo. No participó en el frente, pero fue un apoyo constante para los soldados que lo conocieron, e hizo su vida mucho más fácil… y más segura.

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