RICARDO SCHEIFFIELD, DE NIÑO MAGO A PROCURADOR FEDERAL DEL CONSUMIDOR

por Edmundo Cabrera

RICARDO SCHEIFFIELD, DE NIÑO MAGO A PROCURADOR FEDERAL DEL CONSUMIDOR, DESTACADO POLÍTICO POR SU TRABAJO SOCIAL


Por Corresponsal de InformativoQ

Edmundo Cázarez C

-Primera de tres partes-

Francisco Ricardo Sheffield Padilla, es un destacado abogado y político mexicano. Orgulloso de su natal León, Guanajuato, en donde tuvo la oportunidad de servir a sus coterráneos como Alcalde durante el trienio 2009-2012, por el Partido Acción Nacional. Actualmente, es Procurador Federal del Consumidor, -en un segundo periodo en el cargo-, cuyo objetivo primordial es impulsar el empoderamiento de los consumidores a través de la información, y teniendo a su alcance herramientas tales como Quién es Quién en los Precios de los Combustibles, programa que presenta cada lunes desde el Salón Tesorería de Palacio Nacional. Así como La Canasta Básica. Alimentos de alto consumo y Artículos para el hogar. Quién es Quién en el Envío de Dinero y todo lo referente a materiales para la construcción.

A sus 55 años de edad, el también ex diputado local y federal por el Distrito 3 de Guanajuato, sorprende por su chispa, simpatía, amabilidad, educación, sencillez y cultura, lo cual, y sin temor a equivocarme, rompe por completo con los cartabones que caracterizan a otros funcionarios de primer nivel de la 4T, claro está, con sus excepciones.

A Ricardo Scheiffield no tenía el gusto de conocerle personalmente, sino que cosas se dieron de manera fortuita, al verme obligado solicitar la intervención de Profeco para que me hicieran válida la garantía de un celular que adquirí, con muchos esfuerzos y sacrificios, en una tienda Elektra, equipo que resultó ser usado y hasta con reporte de robo. A pesar del coraje y temor a perder mi dinero, me respaldaba la factura de compra. Para mi sorpresa, recibí un mensaje, vía WhatsApp, proveniente del propio Procurador Federal del Consumidor, indicándome me presentara de inmediato en la delegación de la institución a su cargo en Nezahualcóyotl, siendo atendido por un eficiente y amable servidor público, Edgar Fuentes, quien se encarga en brindar una excelente y eficiente atención, buscando soluciones a miles de quejas que presentamos los consumidores.

Para agradecer la atención recibida y solución a mi problema, consideré adecuado, solicitarle una entrevista exclusiva al licenciado Ricardo Scheiffield. Jamás imaginé recibir una respuesta de forma inmediata y positiva, acordando un lunes del pasado mes de diciembre, a las 12 horas en su oficina, en el octavo piso del edificio sede de Profeco, ubicado en avenida José Vasconcelos de la Ciudad de México. Con diez minutos de anticipación a la hora fijada, en la planta baja de la dependencia, me presento en el área de registro de visitantes. Un encargado de seguridad recibe mi credencial del INE, vía telefónica, solicita autorización a la oficina del titular de Profeco para permitirme el acceso, me pide aguardar unos momentos en lo que le confirman la autorización.

No habían transcurrido ni diez minutos, cuando la presencia del Procurador Federal del Consumidor, acompañado por su secretario particular, sorprende a todos por completo en la planta baja del inmueble. Haciendo uso de un cubre bocas color blanco, con absoluta sencillez y con un “buenos días”, saluda a todos los presentes. Portando un traje color azul marino a cuadros, camisa azul claro, una corbata color vino con finos detalles en azul y gris, zapatos negros perfectamente bien boleados, se dirige hacia donde me encuentro, con un tono de voz suave, dice: “Amigo Edmundo, quise venir a recibirte personalmente”. Totalmente sorprendido, no daba crédito lo que estaba sucediendo, algo completamente inusual… ¡El titular de Profeco había bajado a recibirme!! Hasta el mismo encargado de seguridad susurraba con su compañera preguntándole: ¿Quién demonios es este tipo que hasta el Procurador vino por él?

Al descender del elevador en el octavo piso, Ricardo Scheiffield da muestras de ser respetuoso y atento. En un acto de caballerosidad, cede el paso para que sea yo quien ingrese primero a su despacho. Antes de iniciar la entrevista, el titular de Profeco, como si fuera un niño que presume sus juguetes, me invita admirar una impresionante panorámica del Bosque de Chapultepec que se observa a través de los enormes ventanales de su moderna oficina. Tomándome del brazo, expresa: “Hoy, lunes 6 de diciembre, el reportero Edmundo Cázarez está cumpliendo 49 años de esta incansable actividad periodística. Así es que le pedí a mi equipo de comunicación social se diera una vuelta a la Hemeroteca Nacional y buscara el primer reportaje o entrevista que publicaste en un medio de comunicación, es por ello que quise recibirte hoy y darte un abrazo”.

No lo puedo negar, se me hizo un nudo en la garganta y afloraron los sentimientos de emoción al entregarme, en un folder, una copia de la entrevista que le hice, en aquellos tiempos a Guadalupe Trigo, autor de la canción “Mi Ciudad”, misma que se ha convertido en algo así como un himno de la Ciudad de México… ¡Qué detalle!!

Platicar con Ricardo Scheiffield, el ser humano, dejando a un lado su cargo dentro de la 4T, la verdad, es que resulta muy agradable y hasta divertido. Simpático, ocurrente, gracioso y poseedor de una memoria prodigiosa. En esta primera parte de la entrevista exclusiva que concedió a ÍNDICE POLÍTICO, me cuenta que desde niño empezó a trabajar, haciendo funciones de títeres y como mago en fiestas infantiles. Luego, realizó un poco de teatro amateur y aunque no percibía ingresos por ello, era a favor de causas altruistas. También formó un grupo de pantomima, lo cual, a los once años de edad, lo llevó a trabajar en un canal de televisión de León, convirtiéndolo en el locutor más joven del país y con licencia oficial categoría “B”, al frente de un programa de televisión sabatino “La Matiné del 10”, con una duración de 4 horas y acumulando más de 4,500 horas al aíre y en vivo.

Asimismo, asegura qué desde muy joven, siempre expresó sus aspiraciones por participar dentro de la vida política del país, en los tres niveles de gobierno. Considera que, para él, es una gran distinción el hecho de presidir una institución –Profeco-, que tiene arraigo en la ciudadanía, que la reconoce como útil, importante y confiable. Subraya que nunca imaginó que le tocara a él, ya como Procurador Federal del Consumidor, promover los reglamentos de esa ley, así como el nuevo Reglamento y estatutos de la Institución.
-¿Cómo le va en la vida?
-Muy bien, gracias a Dios, siempre me ha ido muy bien. Al que trabaja le va bien.
-A lo mero macho, ¿Qué se siente ser Procurador Federal del Consumidor?
-Ja, ja, ja. A lo mero macho… ¿Así de botepronto? Bueno… Mira Edmundo, perdón que te hable de “tú”, pero me inspiras una enorme confianza. Ello, no significa de ninguna manera que te falte el respeto, ni mucho menos, que me salte los protocolos existentes entre entrevistador y entrevistado, al contrario, permite establecer un poco más de cercanía con este excelente reportero que tengo el gusto recibir hoy en mi oficina.
-¿Le molesta que le hable así, derecha la flecha?
-Ja, ja, ja, ¿Con ese ímpetu será toda la entrevista? Me pones de muy buen humor. Respondiendo a tu pregunta: No, para nada. He leído tus entrevistas y me encanta el ritmo que estableces en cada una de ellas…
-Pero dígame, ¿Se siente cómodo ser un funcionario de primer nivel dentro de la 4T?
-Es un gran honor para mí, porque se trata de una institución bien vista por las mexicanas y los mexicanos, con casi 48 años de existencia. Yo mismo, como simple ciudadano, tenía una imagen favorable de Profeco desde tiempos de mi adolescencia, cuando empecé a leer la revista del consumidor.
-¿Es un premio o un castigo estar frente a la Profeco?
-El hecho de presidir una institución que tiene arraigo en la ciudadanía y que la reconoce como útil, importante y confiable, es una gran distinción.
-¿Usted le pidió esta chamba al presidente?
-Pues fíjate que no. El presidente fue quien tuvo la amabilidad de invitarme porque, anteriormente, él, trabajó durante cuatro años y medio dentro del entonces Instituto Nacional del Consumidor –INCO-, mucho antes que se convirtiera en Profeco. El INCO, fue quien instauró y promovió el programa denominado “Quien es Quien en los Precios”, es por eso que el presidente lo tiene tan presente.
-¿Esa invitación, la hizo en base a su experiencia y trayectoria profesional?
-Combinar la trayectoria y la importancia que tiene la institución con un presidente que te invita a colaborar en Profeco, es un presidente que conoce por dentro a la institución, es por ello, que es una doble satisfacción y mayor honor para mí, poder estar aquí.
-¿Cuando era niño, imaginó llegar a convertirse en un funcionario de primer nivel?
-Que buena pregunta. Te puedo que decir que si entrevistas algunos de mis compañeros de secundaria o de prepa, seguramente te dirán que siempre les hablé de mis aspiraciones de participar dentro de la vida política de mi país desde muy joven.
-¿Soñaba llegar a ser Presidente de la República?
-No, lo decía de manera simple y sin ambicionar ningún cargo en específico. Entonces y en ese tenor, siempre me imagine poder estar participando en los tres niveles de gobierno, tal y como lo he venido haciendo. Pero en el caso particular de Profeco, no estaba en mi imaginario este cargo, con el que te reitero, me siento muy honrado por la invitación y confianza que tuvo el presidente con este tu servidor.
-Ricardo Scheiffield, tiene una destacada trayectoria profesional…
-Te agradezco mucho el concepto en el que me tienes. Tuve la oportunidad de participar como legislador, siendo diputado federal en la antepasada Legislatura de 2015 a 2018, pude participar en las reformas de fondo que se han realizado en las últimas dos décadas a la Ley Federal de Protección al Consumidor. A decir verdad, nunca me imaginé que me tocara a mí, ya como Procurador Federal del Consumidor, promover los reglamentos de esa ley, así como el nuevo Reglamento y estatutos de la Institución.
-Se me está yendo a pasos agigantados y me interesa mucho conocer el aspecto humano de Francisco Ricardo Scheiffield Padilla ¿Cómo era de niño?
-Uff, mira Edmundo, te puedo contar que empecé a trabaja desde muy pequeño, a los siete años de edad.
-¿Qué número de integrante de la familia Scheiffield Padilla le tocó ocupar?
-Soy el mayor de tres varones, nacido en 1966. Mi hermano Alejandro nació en 1968, y el más chico, Juan Arturo, nació en 1971 y quien vive en los Estados Unidos, en donde ha permanecido la mayor parte de su vida. Mis padres ya fallecieron. Mi mamá murió muy joven a los 52 años de edad, y mi papá, le sobrevivió 22 años al morir de 74 años, hace exactamente diez años que él falleció.
-¿A qué jugaba?
-Jugaba muy poco porque siempre estaba ocupado en muchas actividades y tomaba muchas clases…
-¿Era parte de una terapia, para calmar su hiperactividad?
-¡Exacto!!, como era muy inquieto, era la manera en la que mis papás me podían controlar un poco, de esta manera, estaba metido en clases de francés, clases de teatro, clases de piano. Estaba lleno de actividades extra/escolares.
-¿Las combinaba con algún deporte?
-No, nunca tuve actividades deportivas. Mis dos hermanos fueron quienes resultaron muy proclives a los deportes en general. Lo mío, no eran los deportes sino todo lo que tenía ver con lo cultural, además, trabajando desde los siete años como mago…
-¿…En serio?
-Síí. Hacía funciones de títeres con algo de magia en fiestas infantiles. Luego, realicé un poco de teatro amateur y aunque no percibía ingresos por ello, lo hacíamos en favor de causas altruistas. También estuve en un grupo de pantomima, lo cual, a los once años de edad, me llevó a trabajar en un canal de televisión de León.
-¿Qué hacía en la televisión?
-Era locutor con licencia, por cierto, recuerdo que tuve que hacer unos exámenes “bien perros” para poder trabajar en radio y en televisión. Me hicieron un examen en cabina con tres sinodales, con pronunciaciones en francés, alemán, inglés y español, así como un examen de la Ley de Radio, Televisión y Cinematografía, y, por si fuera poco, un pesadísimo examen escrito sobre historia y cultura general con una duración de cinco horas, y como todavía no se inventaban las computadoras, todo era escrito a mano.
-¿Qué edad tenía?
-Me convertí en el locutor más joven del país y con licencia oficial categoría “B”, porque apenas tenía 13 años de edad y estaba cursando la secundaria. Recuerdo que fui a las oficinas de RTC que estaban ubicadas en Presidente Masaryk, muy cerca de la embajada de Cuba.
-¿Reprobó alguno de esos exámenes?
-Nooo. Por fortuna los aprobé todos. En ese momento ya contaba con más de dos mil horas “al aíre”, en vivo. A final, pude juntar más de 4,500 horas al aire.
-¿Cómo se llamaba su programa?
-Tuve muchos, pero en el que más duré, se llamaba “La Matiné del 10”, un programa en vivo, que se transmitía los sábados con duración de 4 horas, desde las 9 de la mañana a una de la tarde.
– ¿Una infancia fugaz porque tenía que trabajar?
-¡No!!, yo no lo tomaba como un trabajo forzoso. Mi familia la integraban destacados empresarios, es decir, mi abuelo, mi papá y hasta mi mamá, llevaban una vida de mucho trabajo y con cierta solvencia. Yo no trabajaba por necesidad económica, sino que trabajaba mucho y por puro gusto.
-¿A lo mero macho, acostumbrado hacer lo que más le satisface?
-¡Exacto!! Siempre he hecho lo que más me gusta hacer… ¿Y si haces bien lo que más te gusta?… ¡por supuesto, que tarde o temprano, te va ir bien!!
-En la escuela, ¿Un niño aplicado, del montón o medio burrito?
-No, burrito no… ¡para nada!! Tanto en la primaria, secundaria y hasta en la prepa, terminé con promedios de 9.8. Es más, cuando me gradué de licenciado en Derecho en la Universidad Iberoamericana, Campus León, fui el primero en recibir una mención honorifica de todas las carreras que imparte la universidad. Asimismo, en la Universidad de Harvard, me gradué con grado de excelencia. Por último, en la Universidad Autónoma de Nuevo León, le otorgaron a mi Tesis de Doctorado y examen profesional, Reconocimiento de “Magna Lauden”.
-¿Siempre ha sido “matadito” o un auténtico “nerd”?
-Nunca fui el prototipo clásico de un “nerd”. A lo mejor, físicamente sí, porque no me gustaba el deporte…
-¿Ni tan siquiera unas “cascaritas” callejeras?
-No, la verdad es que no. Esto sucedió cuando ya era un adulto y participando en caminatas o Maratones… ¿Pero hacer deporte de chico?, Prácticamente, cero actividades deportivas, además, traía unos lentes como fondo de botella y como que sí daba el ancho de ser un “nerd”, pero mi actitud y comportamiento, nada tenían con asemejar un “nerd”.
-¿Era una amenaza en la escuela?
-Ja, ja, ja. Aunque no me lo creas, mientras sacaba las más altas calificaciones en aprovechamiento, en disciplina siempre estuve reprobado. Así es que lo de “nerd” no encajaba conmigo. Nunca fui un niño aburrido ni mucho menos callado ni disciplinado.
– ¿Qué travesuras hacía en la primaria?
-Guauu, Edmundo, de verdad, muchas gracias. Ni cuando fui presidente municipal de León, nadie se ocupó del aspecto humano de Ricardo Scheiffield. Posees un “don” especial para meterte a la conciencia de tus entrevistados….
-…Ya no le dé vueltas, mejor dígame que travesuras hacia…
-Una vez en la primaria, cuando estaba en cuarto grado, duré castigado durante meses…
-¿Se peleó con el director de la escuela?
-Ja, ja, ja, bueno hubiera sido. Resulta que le pedí permiso a mi maestra para ir al baño y hacer “pipí”, pero se me ocurre tocar la campana una hora antes del recreo, para que todos los demás niños salieran a jugar….
-¿…Y qué sucedió?
-Todos estaban desconcertados. Iba de regreso del baño hacia mi salón, el prefecto me sorprende y me lleva a la dirección. Mandan llamar a mi papá… y ¡Uff, la que se me armó en la casa!!
-¿Qué le hicieron?
-Me fue como en feria con mi papá. Me hizo ver que ese tipo de conductas no iban con mi perfil ni con el promedio de calificaciones que sacaba.
-¿Alguna vez perteneció a los Boys Scouts?
-Al escuchar la pregunta, sus ojos brillan con intensidad. Se acomoda en el sillón en el que se encuentra sentado, se afloja levemente la corbata y estira los brazos como queriendo abrazar su espacio. Se le nota totalmente relajado y contento. “Mira Edmundo, toda mi vida estuve involucrado en el escultismo. A los siete años ingresé a los Boys Scouts.
-¿A dónde le gustaba irse acampar?
-¡A tu tierra!! Nos íbamos a Pátzcuaro, Michoacán, al Volcán Paricutín en Uruapan, a Los Azufres y Mil Cumbres. Michoacán es un estado bellísimo e idóneo para acampar, pero también, en el Estado de México hay lugares muy padres para ir de campamento.
-A propósito de la temporada navideña ¿Cómo era una navidad en casa de los Scheiffield?
-Uff, los Scheiffield son muy pocos y estaban en los Estados Unidos, así es que las navidades eran con los Padilla, en casa de mi abuelita Chuy y mi abuelito Taurin, que vivían en León. Eran cinco hijas las que tuvieron mis abuelos, la mayor de ellas era mi mamá. Así es que nos reuníamos las familias de las cinco hijas…
-Como era un niño aplicado y bien portado, seguro Santa Claus se lucía con los juguetes…
-… No Edmundo, bien portado no lo era. Aplicado sí. Además, más de una vez, me le puse al tiro a mi mamá…
-¿A lo mero macho, un hijo desobediente…?
-Pa´ qué te digo que no si, sí. Creo que le saque muchas canas verdes a mi mamá. Me acuerdo que me quería poner hacer la tarea. Me paré frente a ella, con la mano en la cintura, le dije: “Mira mamá, tú no me vas a poner hacer la tarea. El día que saque una calificación menor a nueve, entonces, sí, me puedes obligar y hasta exigir que la haga.
-¿De veras era un pinche chamaco?
– Ja, ja, ja, como ese día nunca llegó, yo mismo me ponía mis horarios y lugares para hacer la tarea.
-¿Nunca lo reprendieron en el salón?
-Cuando mucho, me dieron un reglazo en las pompis. Jamás me han gustado los castigos y si alguien me hubiera golpeado, Uff, ¡Palabra que no se la acaba!! Solamente una vez, cuando estaba en cuarto de primaria, una maestra me jaló del oído, pero para su mala fortuna, no sé si sea un defecto de nacimiento, las orillas de mis orejas son demasiado delgadas y frágiles, así es que cuando me jaló, mi oreja empezó a sangrar, cuando se dio cuenta de lo que sucedía, ya no haya la pobre ni cómo remediar lo que me había hecho.
-Vaya susto que le puso…
-Ja, ja, ja, estaba espantadísima. A lo mero macho, a mí no me dolía ni nada, sólo sangraba…
-¿Cuál fue la reacción del niño Ricardo?
-Ja, ja, ja, hice un tremendo drama, gritaba que llamaran una ambulancia. Pero lo hacía para que la corrieran… ¡jamás me volviera a poner una mano encima…!!
-¿…Y qué sucedió?
-Al poco tiempo la despidieron.
-¿En qué ocupaba su tiempo libre o cómo se divertía con los demás niños?
-Tiempo libre, así que digamos, no nunca lo tuve. Me la pasaba trabajando o con el montón de clases extraescolares que me daban. Ocasionalmente, jugaba con mis primos y como viajábamos mucho con la familia, en las vacaciones de verano, era cuando tenía un poquito más de tiempo libre. Aprovechaba las cosas de viajes anteriores como jabones que te obsequiaban en hoteles, boletos de avión y de autobús. Hacíamos cuenta que ponía mi agencia de viajes. Mis primos eran los pasajeros o turistas, y yo, era el capitán del avión o el mero mero. Ja, ja, ja. ¡Vaya recuerdos que me estás haciendo revivir!! Muchas gracias.
-Ricardo Scheiffield nació para ser un auténtico líder?
-¡Gulp!! Mmm… ¿Qué te digo? Creo que de alguna manera sí, porque siempre he motivado a otros a trabajar en equipo con objetivos bien definidos. Déjame decirte que, a los once años de edad, fundé mi propia compañía de teatro, con un guion que yo mismo escribí.
-¿Una obra para niños?
-No, fíjate que no. Era nada más ni nada menos que “Drácula”, vine a la Ciudad de México a verla con una actuación formidable de Enrique Álvarez Félix, el hijo de María Félix, “La Doña”, a quien, tú, le hiciste una extraordinaria entrevista. Bueno, me impresionó muchísimo la obra, Enrique era un actorazo, y más, en ese papel de Drácula.
-¿Se regresó a León motivado?
-Exacto, me regresé a montar mi versión de Drácula. Inclusive, aún conservo recortes de periódicos de ese tiempo. No te digo que videos porque la tecnología no estaba tan desarrollada como ahora, las cámaras de video eran sumamente estorbosas y carísimas.
-¿Quien le hizo el vestuario?
-Ayudado por mis amigas, hicimos los diseños de vestuarios, el guion y hasta fotos del elenco. Se me ocurre sacar una cita con el entonces presidente municipal de León, quería que me prestaran el bellísimo Teatro Manuel Doblado que data del Siglo XIX, y lo acababan de renovar por dentro.
-¿Qué le dijo el presidente municipal?
-Me fui bien vestido de traje y con mi portafolios para que me tomaran en serio. Al llegar al palacio municipal, me informan que el presidente estaba ocupado. Creo que le caí en gracia a su secretaria, por cierto, cuando fui Alcalde de León, ella, fue mi secretaria durante un muy corto tiempo porque se jubiló.
-¿Qué sucedió con su cita…?
-No sé cómo le hizo su secretaria, pero me pasó con Harold Gabriel, que era el presidente municipal. Cuando estuve frente a él, le expliqué lo que requería, me dijo que fuera a ver a su esposa, la Presidenta del DIF, quien se encargaría que me prestaran el teatro, pero me puso de condición que los ingresos que obtuviera de la obra, tenía que cederlos al DIF.
-¿Cómo le fue en la presentación?
-Así fue como la pude presentar y terminamos fundando un taller de teatro en el majestuoso teatro Manuel Doblado. Por cierto, después tuve la oportunidad de conocer a grandes actores y directores del teatro mexicano como don Augusto Benedico y Luis Gimeno, con quienes pude convivir.
-Bueno, no se puede quejar, usted ya se había vuelto famoso…
-…Ja, ja, ja, más que eso, los llevaban A León, como si fueran a ver al “changuito” de Chapultepec o del circo y me decían… “A ver, queremos que nos hagas un ensayo”
-Como usted me dijo al inicio de la entrevista, al que trabaja, seguro que le va bien…
-Fíjate que Luis Gimeno era el director de teatro del INBA y me ofreció una beca cuando tenía 15 años de edad para que me viniera a la Ciudad de México a estudiar teatro…
-¿Dejó ir esta magnífica oportunidad?
-Ja, ja, ja… ¿Acaso eres brujo?… No acepté la beca porque no me quise separar de mi casa. Ese era mi ambiente durante la infancia y adolescencia. –De pronto, se queda callado. Me observa fijamente, suspira profundo y exclama-: “Edmundo, no sabes cómo te agradezco que me permitas rescatar este tipo de recuerdos, quizás y para muchos, no son muy normales porque era yo mismo era quien los propiciaba, totalmente diferentes a los demás y enfocados a desarrollar mis inquietudes. Pero me estás llevando de la mano a revivir esos momentos inolvidables y en una entrevista de prensa. De verdad, muchísimas gracias”
-¿Un niño prodigio que hasta los Reyes Magos lo colmaban de regalos?
-¡No qué va!!… Eran unos “manchaditos”
-¿Por qué? Si sacaba muy buenas calificaciones y además era muy chambeador…
-¡Pues ahí te va!! Una vez, en lugar de juguetes, nos dejaron los zapatos llenos de estiércol a los tres hermanos…
-¿…Tanto así?
-¡Es verdad!! Nuestro comportamiento en casa era de la chingada. La mañana del 6 de enero nos levantamos más temprano, vamos presurosos a ver nuestros regalos de Día de Reyes…. ¡Y zaz!!, lo que encontramos eran una cagadotas de caballo y de vaca…
-¿…Y qué hicieron?
-Nos pusimos a llorar los tres…. –Sorpresivamente, el Procurador Federal del Consumidor no aguanta las ganas de llorar, toma un pañuelo desechable y se limpia las lágrimas que aparecen en sus ojos- “Uff, Edmundo, discúlpame, estas lágrimas son de felicidad y bellísimos recuerdos de mi niñez-”.
-No cabe duda que recordar es vivir…
-Que agradable entrevista…
-Mejor dígame que sucedió después…
-Alcanzamos a escuchar a mi papá, hablándole en inglés a mi mamá, le decía que se habían pasado de “roscas” con la reprimenda que nos dieron. Hum, como que les remordió la conciencia ver llorar a los tres chamacos, sobre todo, al más pequeñito que tenía tres años de edad…
-¿Y qué hicieron sus papás para remediar lo sucedido?
-Resulta que, al día siguiente, en el corral de la casa dejaron juguetes con una carta supuestamente firmada por los Reyes Magos, explicando que lo de las “cacas” que habían dejado en los zapatos, era un escarmiento para que nos portáramos bien, pero que desde el cielo nos habían visto llorar y por eso decidieron regresar un día después. A partir de ahí, se acabaron para nosotros los Reyes Magos… ¡y que me le pongo al brinco a mi mamá…!!
-¿Qué le dijo a su mamá?
-Voy, me le pongo enfrente y le digo: “Oye mamá no la friegues!!, mi hermanito tiene apenas 3 años de edad y no tiene la culpa. Si ustedes ya no quieren comprarle nada, pues yo seré para él, sus Reyes Magos. Y así fue, hasta que mi hermanito cumplió 11 años de edad, siempre le compraba juguetes y ropa.
-¿Cuál fue la materia “coco” en la secundaria?
-Siempre batallé mucho para las matemáticas, porque antes, era mucho de ejercitar y nada de pensar. Ahora lo veo con mis tres hijas, las matemáticas las enseñan mucho más padre, es decir, ya no se trata de memorizar sino de encontrarle la lógica y razonar ¿Qué es una multiplicación, una suma, resta o una fórmula algebraica? Antes, no era así, tenías que estar repitiendo y repitiendo, acababas por entender matemáticas cuando salías de la escuela.
-¿Alguna vez se fue de “pinta”?
-Por supuesto que sí, varias veces, pero me iba de “pinta” con permiso….
-¿Cómo está eso?
-Suena curioso, pero me iba de pinta con permiso porque le avisaba al director que me iba ir a la feria o a los futbolitos, solamente me decían que me cuidara.
-¿Y en la prepa?
-Estando en la prepa, me fui de campamento. Fui a ver al Padre Ray, que era el Rector, le dije que me sentía muy estresado y quería irme tres días de campamento. Se me quedó viendo fijamente y me dijo “Pues vete”. Así es que agarré mi mochila, me subí a un camión y en la carretera, donde me dio la gana, me bajé y me fui caminando como perro.
-¿En su casa no había ningún problema?
-No, porque me tenían la suficiente confianza, les avisaba lo que iba hacer y que necesitaba estar en el campo para desestresarme. Como llevaba muy buenas calificaciones, sabían que no fumaba ni tomaba, confiaban en mi completamente.
-¿Un estudiante ejemplar?
-Pues no ejemplar, pero en la prepa me convertí en presidente de la sociedad de alumnos debido a que mis calificaciones eran de excelencia. Ni siquiera presentaba exámenes finales, sino que quedaba exento.
-¿Era muy “perro” con las chicas por ser güerito y tener los ojos azules?
-No, nunca fui noviero. Mis novias “oficiales”, las tuve casi terminando la carrera. Hasta mi papá me hacía burla, decía que mis hermanos más chicos, de once años de edad, tenían novias y yo no, que había florecido tarde.
-¿Pensaban mal de usted?
-Nooo, nada más faltaba eso. Lo que sucedía, es que estaba clavado con un montón de actividades que inventaba. Cuando no era una cosa, era otra. Siempre estuve en escuelas religiosas y con una enorme disciplina. La primaria y secundaria eran de puros niños y padres franciscanos. La prepa y universidad, con jesuitas.
-¿Un líder estudiantil?
-Fíjate que en la secundaria formé un sindicato de maestros en el Instituto Leonés y otro de alumnos, en ese entonces, no existían las sociedades de alumnos.
-¿Desde entonces ha sido influyente?
-No sé si era influyentismo, pero podía entrar a las salas de los maestros y hasta me servía mis tazas de café y platicaba con ellos, ¡a los once años de edad!!
-¿Un maduro prematuro?
-Ja, ja, ja, era un cabrocinto bien hecho. Mi mamá era la que ponía el grito en el cielo porque me ponía a discutir con los maestros acerca de autores de libros.
-¿No le provocó problemas con los directivos de la escuela?
-Como me había aprendido la Ley Federal del Trabajo, los maestros me contaron acerca de un problema laboral que tenían y logré reunirlos a todos para convencerlos que formaran su sindicato de maestros. La directora que no era religiosa, Josefina Juárez de la Rosa, me odiaba. En mi cara, decía que era el Anticristo y obligaba a los niños para que me insultaran.
-Eso, era una agresión a un menor de edad…
-Exacto, pero eran otros tiempos, de lo contrario, seguro que la hubieran metido a la cárcel. Después de eso, decidí ingresar a la prepa de la Universidad Iberoamericana Campus León, para cambiar de aires porque había generado un ambiente nada propicio para mí. En cuanto salí de ahí, inmediatamente desaparecieron el sindicato de maestros y corrieron a los que me habían hecho segunda.
-¿En la prepa fue un auténtico rebelde sin causa?
-De entrada, en la prepa era otro ambiente… ¡Era una prepa mixta y había chicas!! Por cierto, en tercero de prepa solamente éramos dos hombres en mi salón, mi compañero Francisco Pedroza, (QEPD), y yo, nos hicimos muy buenos amigos.
-¿Liberado de ataduras se convirtió en un amante del Rock?
-No precisamente, pero el amor por la música clásica me lo inculcó mi papá y particularmente me gustaba mucho Vivaldi, pero a mi papá le encantaba la música de Sebastián Bach y Ilich Chaikovski…
-¿…Y a su mamá?
-Uyy, mi mamá era feliz con la música de José Alfredo Jiménez. A decir verdad, a mí también me gusta mucho la música de mi paisano, hasta me aprendí muchas de sus canciones y de repente me ponía a cantar, porque mi mamá era muy alegre y fiestera
-¿Las canta en la regadera o con una buena cerveza en la mano?
-No, qué va. Soy solista…
-¿…Solista?
-Sí, es que cuando empiezo a cantar y volteo a ver a los demás, me doy cuenta que ya no hay nadie, y me dejaron solito, así es que soy solista… ja, ja, ja.
-Entonces, ¿Cuál es la música que prefiere?
-La música country que descubrí estando en un campamento de verano en Estados Unidos, por cierto, a mi papá ni a mi mamá les gustaba, pero a mí, hasta el día de hoy … ¡me encanta!! Soy fan de Alan Jackson. Además, con mi esposa aprendí el vallenato, sobre todo Carlos Vives.
-¿Un melómano empedernido?
-La verdad sí, y más ahora, que es súper fácil conectarse a las plataformas digitales como Spotify. Puedo escuchar música donde quiera o cuando voy en el coche. Pero vamos, todo depende de lo que estemos haciendo para una selección adecuada de la música.
-Continuará-

Publicaciones Similares