Persiste el maltrato hacia los adultos mayores

El próximo 15 de junio se conmemora el Día Mundial de toma de Conciencia del Abuso y Maltrato hacia las Personas mayores

Por Abel Luna

Es un hecho que ha ocurrido desde hace decenios, pero ahora empieza a hacerse más notorio. Debido a las constantes denuncias por maltrato hacia las personas mayores, empezando, lamentablemente por su familia o sus parientes más cercanos.

Por ello este día 15 se conmemora el Día Mundial de toma de Conciencia del Abuso y Maltrato hacia las Personas mayores. Y con ese motivo la organización de las Naciones Unidas advierte que una de cada seis 6 personas han sufrido algún tipo de abuso.

El más reciente Censo de Población y Vivienda, nos indica que la población de 60 años y más pasó de 9.1 por ciento en 2010, a 12.0 por ciento en 2020. Mientras que la población de cero a 17 años disminuyó de 35.4 por ciento a 30.4 por ciento en el mismo lapso.

Hay más de 15 millones de personas en el país que tienen 60 años y más…

Políticas públicas para proteger a los adultos mayores

Graciela Casas Torres, coordinadora del Centro de Investigación y Estudios de Trabajo Social en Gerontología de la Escuela Nacional de trabajo Social advierte de la trascendencia de informar a los adultos mayores sobre sus derechos. Así como la necesidad de establecer políticas públicas que los protejan en espacios adecuados.

La misma especialista refiere que aproximadamente el 16 por ciento de la población ha tenido algún abuso. De acuerdo con los más recientes reportes del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia.

Además, estimaciones del Instituto para el Envejecimiento Digno de la Ciudad de México señalan que el año pasado fueron atendidos 863 casos. Denunciados por vecinos, familiares o de forma anónima.

De esos, 32 por ciento fue por violencia psicoemocional, 31 por ciento por patrimonial y económica, 27 por ciento debido a omisión de cuidados. Así como un 9 por ciento relacionados con agresiones físicas.

Empujones, golpes, amenazas, burlas, infantilización, encierro y discriminación, son parte de las formas en que se manifiestan el abuso y el maltrato a las personas mayores. Acciones que están altamente “normalizadas” y no puede ser así, de ninguna manera.

ENADID

Según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018, la mayoría de las personas mayores (47.9 por ciento) vive en hogares nucleares (con una pareja con o sin hijos solteros, o un jefe o jefa con hijos solteros). Casi cuatro de cada diez (39.8 por ciento) residen en hogares ampliados (un núcleo familiar o más. Y otras personas emparentadas) y 11.4 por ciento conforman hogares unipersonales, es decir, viven solos.

 “Estos datos son tan sólo un reflejo de lo que ocurre dentro de los hogares en la capital de México. Pero no ha sido estudiado, aquello que se construye y normaliza socialmente”, establece Marissa Vivaldo, en el ensayo “15 de junio. Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y el Maltrato en la Vejez”.

La toma de conciencia en torno a esta grave problemática nunca había sido tan importante como ahora. Pues la pandemia de la COVID-19 evidenció e incrementó su vulnerabilidad a sufrir maltrato y abuso al interior de los hogares y a nivel comunitario, incluso social, señala Vivaldo Martínez, del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) de la UNAM.

Tipos de maltrato

Aunque el maltrato físico (golpes, sometimiento) es el que más se reconoce, existen otras clasificaciones. El común es el psicológico y emocional (desde la indiferencia, hasta gritos, amenazas, insultos, frases que desvalorizan como: “Nos estás quitando el aire” o “ya deberías estar tres metros bajo tierra”). El sexual, que aunque no es tan frecuente se presenta; o el financiero, especialmente el despojo de propiedades, que está escalando cada vez más.

También existe el institucional, manifestado en la inexistencia, mal ejercicio e incumplimiento de las leyes. Así como la presencia de normas sociales, comunitarias y culturales que desvalorizan la imagen de la persona mayor. Y se expresan socialmente como discriminación, marginalidad y exclusión social.

Se suma la estigmatización de la cual han sido víctimas las personas envejecidas durante la pandemia: Profundiza la idea de que son frágiles, dependientes, incapaces. En algunos sectores, ponen en duda el valor de su vida y su relevancia para el desarrollo de la sociedad.

“Estos pensamientos atentan directamente contra lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Así como en la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores”, expresa Marissa Vivaldo.

Los principios de dignidad, autonomía, independencia, participación, autorrealización, cuidado y bienestar. Además de seguridad, equidad e igualdad de género, buen trato y respeto a la diversidad cultural han sido violentados.

Exclusión en espacios de participación

A partir de un discurso de protección a la salud para evitar contagios, durante el último año les han excluido de espacios de participación. Además, han surgido nuevas formas de maltrato y abuso que son normalizadas: “Yo no le doy permiso de salir a mis papás”, es sólo un ejemplo.

Para la integrante del SUIEV: “Existen una serie de categorías que colocan a las personas que envejecen en mayor riesgo de maltrato o ser víctimas de algún tipo de abuso”.

Es decir, ser mujer, indígena, afromexicana, vivir en pobreza, ser migrante, desplazada, padecer alguna enfermedad. Así como tener alguna discapacidad, condición mental como la demencia, preferencia sexual distinta a la heterosexual, entre otras, ocasiona que se acumulen vulnerabilidades y se profundicen las desigualdades”.

Las mujeres, aclara Graciela Casas, tienen mayor esperanza de vida y una cantidad importante carece de una pensión contributiva.

En la medida en que no incursionaron en el mercado laboral cuando llegan a la vejez no tienen acceso a la seguridad social. Situación menos frecuente entre los varones; esto las pone en una desventaja enorme.

Por desgracia, continúa, quienes más ejercen el abuso o el maltrato son los propios familiares, como las parejas, hijos, hermanos o nietos.

Cuando una persona mayor empieza a tener condiciones de fragilidad es probable que el paso siguiente sea la dependencia física, económica, de cuidados. Situación que trastoca la red primaria de la familia.

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