La escuadra italiana encontró la fórmula que le hacía falta para poder retomar el sendero del triunfo internacional.
Colaboración Especial de Alexis Patiño
Muchos de los que adoramos el futbol podremos echar a andar la memoria y llevarla hacia el cada vez más lejano año de 2006. Uno de los grandes mundiales que hemos podido observar. Ahí, una selección cautivó y gustó a propios extraños, con un cartel de jugadores intimidante y un esquema táctico efectivo y certero al ataque. Pero sobre todo en la defensa, coronada por lo que para muchos ha sido el mejor portero de la historia. Me refiero claro a la selección italiana campeona del mundo.
Aquella escuadra terminó por capitalizar los esfuerzos emprendidos desde muchos años atrás de un proyecto a largo plazo que posicionaría al fútbol italiano en la élite donde siempre ha estado orbitando. Tanto es así que de inmediato podemos traer al recuerdo los grandes y encumbrados equipos del calcio italiano en última década de los noventa. Y la primera de este nuevo siglo.
Sin embargo, todo por servir se acaba. El tiempo es un cruel verdugo y termina por minar aquellos bríos, aquellas fuerzas que otrora caracterizaran a un equipo que marcaría época. Al punto que en la actualidad ya los nombres propios han llegado al retiro deportivo o se dedican a la dirección técnica. A excepción de uno que sigue maravillando con sus lances y reflejos como si el tiempo no transcurriese por sus guantes.
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Un panorama gris
Después de aquella copa del mundo, el panorama se volvió más gris y no tan espectacular como lo hubo sido en años anteriores. Aquel modo de juego despampanante se fue olvidando y quedándose guardado en los libros y videotecas. Las caídas fueron cada vez más aparatosas. La selección no encontraba un modo de juego convincente. Y por si fuera poco, sus figuras iban cediendo al paso del tiempo, retirándose una por una.
En las competiciones posteriores los resultados no fueron los esperados, una pronta eliminación en el mundial siguiente. Un paso desafortunado en las Eurocopas y finalmente el hecho de no clasificar al último mundial fueron su acabose. Terminaron por minar a una selección que durante mucho tiempo parecía imbatible.
El futbol siempre da revanchas
No obstante, el tiempo y el fútbol siempre dan revanchas. De eso somos testigos en esta edición de la Eurocopa 2020 celebrada pandémicamente en 2021. Ahora, la selección Azurri ha tomado nuevos bríos. La selección italiana bebió de la fuente de la juventud y se refrescó en muchos aspectos. Tanto en los jugadores que la conforman como en los estilos tácticos. A pesar de no llegar a la competición como un amplio favorito, en las primeras dos jornadas que llevamos de la competición. Los italianos han dado en la mesa un golpe de autoridad, con las ganas de reclamar lo que históricamente ha sido suyo.
En estos dos juegos ha demostrado una buena verticalidad combinada con un buen repliegue defensivo. Los jugadores juveniles se complementan bien con los viejos lobos de mar que les acompañan tanto en el vestidor como en la cancha. Por lo que la escuadra italiana ha podido encontrar la fórmula que le hacía falta para poder retomar el sendero del triunfo internacional.
Dos triunfos
Dos partidos ganados con autoridad y buen juego por marcador idéntico de 3 goles a 0 son un gran aliciente para los tifosis italianos que ansían volver a ver a su selección como protagonista de los torneos internacionales. Tan es así que el equipo italiano ya se ha ganado su lugar en la siguiente ronda, siendo el primero en conseguirlo. Lo cual pone a dejar ir la ensoñación de los aficionados.
En la forma se empieza a vislumbrar una gran generación de futbolistas que puedan consagrarse como campeones, sobre todo por su trabajo en equipo, no sólo por el talento individual. Tal parece que podríamos ser testigos de la gestación de un gran seleccionado europeo, con fuerza, capacidad técnica, velocidad y también esa soberbia defensa que siempre ha sido sinónimo del fútbol italiano. Veremos hasta dónde puede llegar la escuadra de Roberto Mancini y cómo se irá enfrentando a rivales de cada vez mayor jerarquía y peso en el panorama del fútbol internacional.