DE MEMORIA
Por Carlos Ferreyra
Así decían los viejos cuando algo no los convencía. Es la misma gata, nada más que revolcada.
Honestamente, que en México es mucho pedir, me encantaría encontrar a quien pueda definir la ideología de nuestros imprescindibles institutos políticos. Partidos, pues.
Cuantas veces lo intentó el periodista León García Soler terminó con lo que hizo su frase sacramental.: y todos, al final del día, amontonados en el centro.
Copias al carbón unos de otros, canjeando personajes y por ende teóricas corrientes ideológicas, carecemos de un espectro que nos facilite una simpatía, no digamos militancia.
En ciertos países, en ciertas épocas, el más lerdo de los analistas sociales podía ubicar los intereses de determinada agrupación. Mostraban plataforma y proyectos.
En México y acogidos a la molicie, la indiferencia de un pueblo mal educado, simpatizamos con el partido que le eche las más sonoras y poéticas mentadas al poder.
«La proliferación de siglas se convirtió en un negocio»
Pero el poder mismo nunca estuvo cuestionado. Dicho de mejor manera, reclamábamos turno para todos pero jamás distinto sistema, basado en el gobierno de un solo hombre, con organismos fetiche alrededor y una voluntad
absoluta.
Quizá nunca nos dimos cuenta que país, uno solo; sistema, el que por avatares históricos fuimos armando dentro de la ideología de la Revolución Mexicana. Aceptemos que la única escuela de cuadros políticos la tuvo siempre el partido tricolor, y que como simpatizante o como opositor veíamos en el sistema, una bandera, tres colores, el águila y el fetiche que adoptaban todos, La Revolución.
Fue necesario que el partido en el poder modificara las reglas electorales, para que México se convirtiera en nación democrática. Los autores, Jesús Reyes Heroles y su jefe, el presidente José López Portillo. Bueno el remedio, empeoró la enfermedad.
La proliferación de siglas se transformó en un negocio como cualquiera otro. Comenzó la privatización de partidos en favor de familias o personajes. Y de paso la entrega de franquicias a cambio de compromisos, trámites, concesiones y negocios al amparo del poder gubernamental.
El brincoteo de personajes se volvió tan constante y descarado, que ni siquiera nos molestamos en investigar las causas de un abandono y su refugio en otro sitio. Una muestra de este tráfico indecente, es el veterano Porfirio Muñoz Ledo, al que todo se le admite “porque es rete culto y rete inteligente”.
A lo anterior el presidente Adolfo Ruiz Cortines habría comentado: ¿deveras? ¿Inteligente para qué?
Nuevos jugadores, pero el juego es siempre el mismo
Lo cierto es que este emblema del sistema político nacional, estuvo en la derecha fascistoide defendiendo a Díaz Ordaz y se mantuvo en el candelero hasta el arribo de su enemigo estudiantil, Miguel de la Madrid. Se colgó de Cuauhtémoc Cárdenas y bueno recorrió todos los tonos posibles sin importarle plataforma o signo ideológico.
Cuando se dejaba transcurrir la dictadura perfecta, en interpretación de un novelista frustrado que al no lograr la simpatía de sus paisanos para la Presidencia, se limitó a cambiar de país y de nacionalidad, Mario Vargas Llosa, en
el sur y el centro del continente se lucían con la democracia al gusto del norte. En cada nación la disputa era entre dos partidos políticos, especial atención en Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador…
Y lo mismo que en Estados Unidos, eran agrupaciones con la misma ideología, de hecho los mismos dirigentes repartidos entre los sectores financiero y comercial. O sea, la misma gata, sólo que revolcada.
Llegamos a tan augusta y civilizada situación, vemos como los ayer tricolores, hoy guindas, después albicelestes y siempre verdes, mc, pt, pes y lo que facilite llegar a las glorias del dolce far niente, como le dicen los italianos a la hueva
contemplativa.
Tragedia: llegaremos a unas elecciones en las que, por ejemplo personal, debo pronunciarme en beneficio de un alcalde, un diputado federal, un diputado local, un gobernador. Y resulta que no tengo idea de quiénes son esos jicotillos. Y la abstención en esta oportunidad me parece que significaría un apoyo al desorden y la prepotencia tan de moda…