Por Abel Luna
El documento califica a China como “el único competidor potencialmente capaz de montar un desafío sostenido a un sistema internacional estable y abierto”.
La Casa Blanca publicó el pasado miércoles la ‘Guía estratégica provisional de seguridad nacional’ de Estados Unidos. El documento de más de 20 páginas incluye secciones sobre el panorama de la seguridad global y las prioridades de seguridad nacional del país norteamericano.
Entre sus principales objetivos, la Administración de Biden señala la necesidad de volver a ser parte de algunas organizaciones internacionales. Después de que Washington abandonara o suspendiera su participación en varios tratados multilaterales durante el mandato presidencial de Donald Trump.
“Debido a que las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, por imperfectas que sean, siguen siendo esenciales para promover nuestros intereses. Volveremos a participar como miembros plenos y trabajaremos para cumplir con nuestras obligaciones financieras, en su totalidad y a tiempo”, reza la guía.
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Prevendremos las costosas carreras armamentistas
A medida que EE.UU. vuelva a involucrarse en el sistema internacional, Washington planea abordar la “amenaza existente” que plantean las armas nucleares. Según destaca el documento.
“Prevendremos las costosas carreras armamentistas y restableceremos nuestra credibilidad como líderes en el control de armamentos”, subraya la Casa Blanca.
En ese sentido, EE.UU. pretende actuar rápidamente para ampliar el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas con Rusia, también conocido como Nuevo START.
De esta manera, el documento estipula el compromiso de Washington de tomar medidas para reducir el papel de las armas nucleares en su estrategia de seguridad nacional.
Al mismo tiempo, se afirma que EE.UU. se va a asegurar de que su “elemento de disuasión estratégico siga siendo seguro y eficaz”. Y que sus compromisos de disuasión con los aliados “sigan siendo sólidos y creíbles”.
Diálogo con China y Rusia
Al promover los intereses de Estados Unidos a nivel mundial, la Administración de Biden planea tomar “decisiones inteligentes y disciplinadas. Con respecto a la defensa nacional y el uso responsable de las Fuerzas Armadas” y “elevar la diplomacia como la herramienta de primer recurso”.
Con ese propósito, el documento resalta que Washington “entablará un diálogo significativo con Rusia y China. Sobre una serie de desarrollos tecnológicos militares emergentes que implican estabilidad estratégica”.
Asimismo, la nueva guía admite que EE.UU. debe enfrentarse a la realidad de que “la distribución del poder en todo el mundo está creando nuevas amenazas”. Tanto Pekín como Moscú “han invertido mucho en esfuerzos destinados a contener los puntos fuertes de Estados Unidos”. A fin de evitar que Washington defienda sus intereses y los de sus aliados a nivel internacional.
“China, en particular, se ha vuelto rápidamente más asertiva. Es el único competidor potencialmente capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico. Para montar un desafío sostenido en un sistema internacional estable y abierto”, asegura la nueva estrategia de seguridad nacional del país norteamericano.
Respecto a Rusia, la Administración de Biden sugiere que ese país “sigue determinado a mejorar su influencia global y desempeñar un papel disruptivo en el escenario mundial”.
Cuatro mil millones de dólares para Centroamérica
Debido a que los intereses nacionales de EE.UU. están fuertemente ligados a sus vecinos más cercanos. Washington pretende, en el marco de la nueva guía, “ampliar su compromiso y asociaciones en todo el hemisferio occidental, y especialmente con Canadá y México”. Sobre la base de los principios de respeto mutuo e igualdad.
“Esto incluye trabajar con el Congreso para proporcionar a Centroamérica 4.000 millones de dólares en asistencia durante cuatro años. Y tomar otras medidas para abordar las causas fundamentales de la inseguridad humana y la migración irregular, incluida la pobreza, la violencia criminal y la corrupción. Dichos problemas, agravados exponencialmente por la COVID-19. Además de la profunda recesión y crisis de deuda que ha provocado en América Latina y el Caribe”, reseña el documento.