Pancho, Emiliano y la silla presidencial…

De memoria

Colaboración Especial de Carlos Ferreyra

Hace mil años que vi esa película por primera vez. En blanco y negro, las coloridas vendrían después, con un Marlon Brando jovencito, actor de pose y no de arte.

No tengo recuerdo de la primera ocasión que vi la película que narra los avatares del Caudillo sureño y mezcla, aunque con brevedad, a un Caudillo norteño. Y los aprovecha para llenar de porquerías a nuestros fetiches históricos.

Tropecé con esta cinta de la que recuerdo muchos elogios en especial para el actor principal. Una vez más y con el criterio de ganadores absolutos y únicos de una guerra mundial, en esos términos se asumen como jueces de ese episodio de la vida nacional.

Ni siquiera el bigote o el atuendo charro de Emiliano Zapata les mereció el trabajo de consultarlo.

Marlon Brando como Emiliano Zapata

Marlon Brando como Zapata
Un Eufemio que no es

Fotos hay, abundantes, de Emiliano y su hermano y compañero fiel, Eufemio. Al que muestran con las debilidades humanas más primitivas y deleznables.

Y Pancho Villa en esta versión, ni a botarga del doctor Simi llega.

Mientras Emiliano estaba casi en olor de santidad, Eufemio violaba niñas, se emborrachaba hasta perder la conciencia. Por lo cual, definitivamente lo matan cuando está perdido en los humos del alcohol.

Emiliano y Pancho, el Centauro del Norte se unen y el segundo le ofrece la Silla del Águila al segundo. Cuya aspiración no era política sino recuperar las tierras despojadas por los terratenientes y servir a sus paisanos.

En principio apoyan a Francisco “Panchito” Madero al que presentan como un ser pusilánime, dubitativo, cobardón y sin idea de cómo gobernar. Reproducen la ruptura entre los sureños y el chaparrito que creía más en el espiritismo que en las evidencias.

Así cayó por órdenes de Huerta mientras simultáneo se asesinaba a Zapata, atraído a la Hacienda de Chinameca con el dulce representado por un gran cargamento de armas. Las que logra apreciar al momento que Guajardo, el traidor, lo masacraba con sus acompañantes.

Película gringa

De nuevo los gringos inventando nuestra historia y nosotros aplaudiendo como focas amaestradas. Pido atentamente no relacionar esta frase con lo que acontece a diario en el Palacio Virreinal.

Cuando Pancho Villa ofrece la silla presidencial a Zapata, aunque no consta en la cinta, éste habría descrito ese asiento como origen de los males del país. Quien allí aposenta su tafanario, se vuelve loco y perverso.

No conozco la expresión exacta, pero la usó “don Peje” cuando mandó brujos y chamanes a exorcizarla a practicarle una limpia.

Zapata tenía razón y hoy así lo vemos…

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