Los reporteros, verdaderos profesionales que sirven a la sociedad y reflejan fielmente lo que sucede: Juan Arvizu Arrioja

por Redacción InformativoQ Noticias

Una entrevista a Juan Arvizu Arrioja, primera entrega

Colaboración Especial de: Edmundo Cázarez C.

Con una brillante trayectoria periodística ininterrumpida durante 44 años, Juan Arvizu Arrioja. Considerado uno de los mejores cronistas parlamentarios, entrevistador, reportero y maestro de nuevos periodistas. Muy aparte de caracterizarse por su enorme calidad humana. Alegre, positivo, amable, siempre dispuesto ayudar a los demás. Orgulloso de sus raíces, así como un férreo defensor de la noble profesión del periodismo a la que se entregó en cuerpo y alma. Un padre amoroso de sus dos hijos, un hijo ejemplar al pendiente de sus padres. Pero sobre todo, un gran amigo y compañero.

El viernes 6 de noviembre de 2020, accedió conversar con este reportero, señalando que bajo ninguna circunstancia habría de conceder una entrevista exclusiva. Argumentando que “entre gitanos no se leen las cartas” y que además, esta sería la primera y única entrevista exclusiva. Rogando que la guardara hasta que estuviera listo su libro, el cual estaba preparando o para cuando muriera. Y así fue, la mañana de este miércoles 17 de febrero, no pudo ganarle la batalla al COVID-19.

Después de poco más de 4 meses de estar insistiendo y no obstante las medidas sanitarias implementadas debido a la pandemia que enfrentamos. Aceptó tomar una taza de café en el interior de una cafetería ubicada en las calles de Hamburgo y Amberes, en el corazón de la aún Zona Rosa de la Ciudad de México. Todo un caballero, le pide de favor a un mutuo amigo Marco Uriel Cortázar, que se encargue de tomar las fotos con su celular para la entrevista.

«Yo pago la cuenta»

Con un retraso de 40 minutos debido a que la Sesión que se realizaba en el Senado de la República había tenido un retraso. Misma que cubría para el medio en que trabajaba. Un diario de circulación nacional, en el que cumplió sus sueños desde muy joven, llegar a trabajar en un importante periódico. Portando un traje café oscuro, camisa blanca, a su arribo, ofreció disculpas y expresó que, él, pagaría la cuenta para “sufragar” su retraso.

Ordenó un vaso de agua de limón con chía. Momento que aprovechó para dejar sus celulares silencio y llevar a cabo la entrevista, con voz fuerte y clara subrayó:

“Los reporteros, verdaderos profesionales que sirven a la sociedad y reflejan fielmente lo que sucede. Y todavía, hacen mucho por poner a la luz otras cosas que su entendimiento le reporta, que ahí hay algo y que deben buscar a fondo.

La primer publicación

Entrado en la plática, nos cuenta que fue el 23 de abril de 1977 cuando comenzó su apasionante pero también inagotable carrera dentro del periodismo. Como enlace entre la dirección general de un diario y la jefatura de información. Pero que el 4 de abril de 1981 fue cuando comenzó en realidad su brillante aventura de reportero. Le asignaron cubrir la llegada a México de Valery Giscard D’estaing, entonces presidente de Francia y realizara todas las entrevistas que pudiera.

“Para mí, no fue nada extraño aunque de cierta manera, era algo nuevo. Tomé mis notas, entrevistando a quien pude y debido a que la víspera de mi primer orden de trabajo fue de mucha tensión. Había dormido muy poco, me sentí muy cansado, opté por recostarme en una banca de cemento de la Alameda Central. Justo a un lado de un gigantesco árbol y sin que cayera sobre mí una manzana, me quedé dormido como 20 minutos. Descansé como no tienes idea. Desperté con tanta energía que ahí mismo empecé a escribir mi crónica de lo sucedido en el aeropuerto a la llegada a México del entonces presidente de Francia. Y el 5 de abril quedé totalmente sorprendido al ver publicado mi trabajo”.

Mi estimado amigo que gusto saludarte, mi primera pregunta es ¿Cómo te va en la vida?

-En la vida me va bien. Es una vida que disfruto mucho todo el tiempo, aunque prácticamente todo ese tiempo se lo dedico al trabajo.

-¿Pero cómo disfruta el gran ser humano llamado Juan Arvizu?

-Gracias por el concepto en el que me tienes. Tengo dos hijos ya convertidos en profesionistas y lo más curioso, ellos mismos me dicen y hasta me reclaman, que no me conocen ningún “hobbie”.

-¿Y qué les dices al respecto?

-Simplemente les digo que mis “hobbies” son algunos aspectos que tienen que ver con lo que hago todo el tiempo.

-Pero disfrutas de la vida con tu esposa y tu familia…

-Estoy felizmente casado. Llevo una vida matrimonial. Una familia que me anima día con día para poder seguir adelante.

-Bueno, la familia te reconforta y es el eje que te llena de vitalidad…

-Pues sí, en la familia gravita todo y en lo que pueda realizar. Mi piedra fundamental es la familia, mi esposa, pero también, mi lado materno. En el lado político, mi suegra y aunque mi suegro ya falleció, todos ellos son excelente personas a quienes tengo mucho que agradecer.

-¿Gracias a la vida?

-Sí, en la vida me va bien. Ni le quito ni le pongo para no exagerar ni tampoco desmerecer.

-¿Juan Arvizu el periodista, nace o se hace?

-Un tanto desconcertado por la pregunta, me observa detenidamente, se acomoda sus lentes y con una sonrisa me respondió-: “Las dos cosas, porque creo que se necesitan algunas cualidades y esas cualidades hay que sacarlas y hasta cultivarlas.

-¿En algún momento has sentido el deseo de tirar la toalla?

-Si no tengo la capacidad para esa rutina, vamos a llamarle así, mejor me dedicaría a la música, a la astronomía y cosas por el estilo, pero no tengo ese talento musical.

-¿Qué es lo que sí te gusta hacer?

-Lo que me gusta y apasiona es leer y escribir desde niño.

-¿Ya que me hablas de tu niñez, que recuerdos guardas de esa infancia?

-De niño quería ser bombero. Nací aquí en la Ciudad de México viviendo en la colonia Prohogar hasta los siete años de edad.

-¿Qué numero te tocó ocupar en la familia Arvizu Arrioja?

-Fui el primogénito, seguido por mi hermana Margarita y mi hermano menor Alejandro. Tiempo después, nos fuimos a vivir a Tlalnepantla en el Estado de México. Luego de que mi papá vendió la tortillería que tenía en el número 306 de la calle 19 en la populosa colonia Prohogar.

-¿Un cambio de vida en Tlalnepantla?

-En efecto, llegando ahí, estableció una miscelánea que le puso el nombre de “Margarita”. En donde nacieron Inés, Isabel, Victoria Magdalena y Alejandro, que en Paz Descanse. Aunque éste último iba de bebé junto con la mudanza hacia Tlalnepantla.

-¿Con el cambio de casa viste interrumpidos tus estudios primarios?

-Ja,ja,ja. ¿Acaso eres sicólogo? Tuve dos primarias: La Estado de Jalisco en la colonia Prohogar en donde cursé primero, segundo y tercero en el turno vespertino. En donde fue para mí toda una experiencia…

-¿…Por qué?

Por su vieja construcción, en donde palpaba algo de violencia tanto en el recreo como en ciertos espacios, me tocó ser testigo ocular de muchas peleas. Tanto en el interior como en el exterior. Pleitos muy violentos entre adultos en las kermés de barrio.

-¿Te agredieron a ti?

-Recuerdo que una de esas tardes, saliendo de la escuela, iba cargando mi mochila. Una de esas grandes de cuero rectangulares, unos muchachillos casi de mi edad, me la quitaron y la aventaron del otro lado de una barda. A raíz de eso, mi papá me regalo un portafolios de esos con cierres por todos lados. De igual manera, de regreso a mi casa, un muchacho ya mayorcito, con una navaja me lo rasgó. Cuando ya nos fuimos a Tlalnepantla, en la colonia La Loma, ingresé a la escuela primaria Estado de México. Se convirtió para mí, algo así como el paraíso.

-¿Ahí te trataron mejor?

-No solamente eso. Era una escuela nuevecita y con un extraordinario maestro michoacano Jaime Rangel Maldonado. Un hombre que no te reflejaba los vicios comunes que puede poseer la gente común y corriente, como fumar y beber. Era un deportista, positivo y con una frase que nos repetía a toda hora: “Que tuviéramos iniciativa”.

-¿Esa frase te marcó para siempre?

-Pues sí, con el correr de los años cuando escuchaba la palabra de iniciativa privada no entendía que era la iniciativa privada. Pero sí, sabia a la perfección que la iniciativa que nos fomentaba el maestro, a quien lo tuve durante 4º, 5º y 6º años de primaria.

-¿Una maestro fuera de serie?

-En las clases, digamos que era de media tabla y una gran parte de quienes nos hemos dedicado de lleno al periodismo. Te puedo asegurar que no somos nada buenos para la aritmética. Así es que durante esos tres años maravillosos me desentendí de los quebrados ni de la raíz cuadrada.

-¿Y que tal eras para la historia?

-Uta, ya me lo tenía leído desde el principio y hasta el final. Así como las cuestiones de literatura también y tuve algún tipo de facilidades o de aprecio, digamos. Hasta que un día a alguien se le ocurrió que yo sería bueno como maestro de ceremonia durante el homenaje en el Día de la Bandera. Así como en la fiesta de graduación de sexto año, me tocó decir el “rollo de despedida”.

-¿Bueno, supongo que ya lo habías preparado por escrito..?

-No, para nada, tenía que ser todo memorizado, realmente era una recitación.

-¿Era privilegiado en la memoria?

-No, creo que no, más bien, esforzado en la memoria y en lo que todo niño debe llevar a cabo, desafortunadamente esa virtud no la tengo.

-¿Acostumbrado a que la letra con sangre entra?

-No, no y no. A mi papá y mamá les gustaba mucho que siempre me veían leyendo. Por lo tanto, nunca tuve un apremio de que “tienes que estar estudiando”, ni tampoco supe lo que era reprobar un año o castigos escolares.

-¿Un niño aplicado o medio burrito?

-No estaban tan abajo pero tampoco era la estrellita del salón, quizás arriba de lo regular entre ocho y diez de calificación.

-¿Tu juguete favorito?

-Mmm, yo creo que era el que no tuve y que fue una bicicleta.

-¿A lo mero macho nunca la tuviste?

-Pues a lo mero macho te digo que no. Solamente acudía a un lugar en donde las alquilaban. Creo que me costaban cincuenta centavos la media hora y ahí andaba en medio de una calle toda planita. Aunque no contaba con pavimento, aun así, aprendí a tomar impulso. Cuando atravesaba algún bache y a la hora en que se me columpiaba la bicicleta ya tenía el suficiente equilibrio. –Intempestivamente, nuestro entrevistado se despoja de sus lentes oscuros de carey, discretamente se limpia con una servilleta de papel las lágrimas de sus ojos, nos ofreció disculpas y prosiguió- “Uf, me has hecho recordar cosas tan bellas de mi vida que mira. Sí que la bicicleta fue mi juguete favorito porque nunca tuve una propia. Sin embargo, la disfrute enormemente y recuerdo con mucho agrado las horas en que la practiqué.

-¿Con tus hijos dabas vuelo en enseñarles cómo utilizar la bicicleta?

-Por supuesto que sí. Con mis hijos fue una enorme satisfacción ser yo quien los sostenía para que tuvieran el equilibrio y aprendieran cómo usarla.

-¿Un niño colmado de mimos sin travesuras inolvidables?

-Era un niño introvertido, pero no por un asunto psicológico sino porque yo traía mi rollo adentro. Al grado que había momentos en que mi papá me decía que me saliera de la casa a jugar o caminar en la calle.

-¿Si le hacías caso o seguías en tu refugio literario?

-Claro que me salía a la calle a jugar futbol con mis amigos, me divertía y gritaba mucho. ¿Travieso?… Mmm, no porque nunca me gustó ser bromista a costa de alguien, ni tampoco me sabía buenos chistes.

-¿Debido a que te portabas muy bien, en navidad y reyes te llovían los regalos?

-Santa Claus fue como algo muy lejano para mí, pero los Reyes Magos era una auténtica tradición. Todos los niños ilusionados y esperando, pero cuando llegaban, te traían lo que nunca habías pedido.

-¿Había mayor unidad familiar o nos estamos convirtiendo un tanto deshumanizados?

-La vida era en que yo entraba a la casa de mis amigos o ellos entraban a mi casa. Lo que hacía uno lo hacía el otro, éramos los compañeros y cómplices de juegos, además, compañeros de escuela. Hubo una época en que nos íbamos al Seminario Salesiano ubicado en Barrientos en donde había una liga de futbol con una cancha de futbol. Preciosa, equipada con pasto sintético y el día que jugué ahí, no sabes lo arrepentido que estaba porque me resultaba sumamente pesado. En cambio, nuestro campo lleno de hoyos y piedras era realmente lo mío.

-¿En el seminario los trataban bien?

-Primero nos obligaban escuchar Misa y al término, nos daban de desayunar. Pero el requisito indispensable para sentarte a desayunar era haber estado presente en Misa. Una vez concluido el juego, el grupo de vecinos nos regresábamos a la casa caminando poco más de 3 kilómetros. Y camino a casa, nos topamos con puestos de ricas carnitas y hacíamos coperacha con el dinero que era para el camión. Total que comprábamos un kilo de carnitas, una lata de chiles, refrescos y tortillas y a comer rico se ha dicho sentados bajo la sombra de un árbol.

-¿Un verdadero manjar de reyes?

-Hay sabores que no regresan eh, ya sea por los productos o por el propio paladar ya es distinto. Sabores de la infancia que te dejan marcado para siempre.

-¿Llegando a casa a ver las caricaturas?

-No, en mi casa predominaba mucho la radio con una serie fenomenal como lo fue “Kalimán, el hombre increíble”. Así como La Tremenda Corte, El Risámetro, entre otros muchos programas, eso en la parte de la radio. Recuerdo que pasaba mi papá y me decía: ¡Te estoy hablando!! Y simplemente volteaba a verlo y le respondía ¿eh? ¡¡Ay Juan, estas tan metido con Kalimán que ni me haces caso me haces!!

-¿Cómo das el brinco a la secundaria?

-Terminé la primaria con un promedio de 8.5 de calificación. Estando ya en la secundaria, había un taller de taquimecanografía, destinado como exclusivo para señoritas. Pero da la casualidad que había un solo varón en ese taller. Y por lo tanto, me inscribí en el taller de dibujo técnico. Quién me iba a decir que, con el paso del tiempo, si hubiera tomado ese taller de taquimecanografía, escribiría con una velocidad y limpieza mis artículos, reportajes y entrevistas. Desafortunadamente no lo tomé porque el sexismo nos marcaba que eso era muy propio de las niñas. Al igual que cocina, corte y confección.

-¿Un auténtico machismo social?

-Pues así era la vida.

-¿Y cuál fue tu materia “coco”?

-Uf, me pones a sufrir. Creo que no la hubo, como tampoco hubo materias sobresalientes sino de disfrute. Tales como Historia de México en donde me quedaba con la boca abierta con relatos amenos. Porque déjame decirte que para mí no era una simple asignatura académica sino relatos que me llevaban de la mano por la Historia de México. Así como la materia de Español con un profesor que le tenía veneración a las letras españolas… que bruto!!, la manera en que nos hablaba de los autores y de sus obras. Así es que no tuve materia alguna que me lastimara.

-¿No obstante que eras malísimo para las matemáticas?

-Si aceptaba que no sabía, pues no me quedaba otra que prepararme bien.

-¿Cuál era la niña que te movió el tapete?

– Ahí sí que era sumamente tímido y sin causa justificada. Quizás, había alguna cosa que me llamara la atención, pero rápidamente lo olvidaba. La subdirectora nos formaba a todos en el patio central y regañaba a las niñas porque en los sanitarios ponían mil cosas. Era tan mañosas que se subían demasiado las faldas para provocar a los adolescentes.

-¿Pero cuál fue la niña que te atrapó?

-Veía a muchas y me parecían agradables pero no traducía nada a la malicia. Quizá, vivía en una burbuja y como iba en el turno matutino, aprendí algo con respecto a la cuestión de género. Inclusive, había un maestro que estacionaba un precioso coche deportivo exactamente frente a la puerta de la escuela y en la parte de atrás, traía un soberano tiradero. Y su la curiosidad, mis amigos llegaron a descubrir pantaletas y brasieres.

-¿Trofeos de aventuras ocultas?

-Ja,ja,ja. Yo no le ponía ningún interés no obstante que is amigos hacían toda una alharaca.

-¿Cuántas veces te fuiste de pinta?

-No, la verdad es que nunca lo hice.

-¿Demasiado bien portado?

-Más bien sumamente interesado en lo que tenía que hacer.

-¿Qué música escuchabas?

-Quizás y por influencia familiar, era un chavo de boleros, de tríos. Fíjate que papás de mis amigos habían organizado a sus hijos y amigos para que ensayaran guitarra y uno que sonaba las maracas. De esa manera pasamos muchas y fantásticas veladas. Eran las dos de la mañana y la tertulia no tenía para cuando acabar.

-¿Cómo han pasado los años…?

-No, aún están presentes.

-¿Por fin ya visualizabas a qué te querías dedicar de grande?

Continuará…

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