Colaboración especial de Guillermo Castillo
Eran las nueve de la noche del 5 de enero en el centro de la ciudad de Celaya. Un mosaico de carpas y luces multicolores adornaban la acera, desde el bulevar principal hasta los tianguis y mercados vecinos. El frío viento apenas podía colarse entre los ríos de gente que inundaban el paisaje. No cabía un coche más en los estacionamientos. Los Reyes Magos salieron a buscar los juguetes para sembrar sonrisas en los hogares celayenses.
Largas filas resguardaban las entradas de las tiendas y locales. La impaciencia por ingresar se veía reflejada en la única parte del rostro que dejaba ver el cubrebocas. Globos de colores y paquetes envueltos en bolsas para basura se perdían entre la apresurada multitud. Pelotas, muñecas y bicicletas abandonaban incesantemente sus aparadores. La ropa y los zapatos también, aunque con menos frecuencia. Y conseguir una caja de galletas se volvió una odisea a tan altas horas de la noche.
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Las luces de las sirenas cubrían de orilla a orilla la zona comercial. La policía era espectadora en primera fila de la aglomeración más grande en la ciudad desde que inició la pandemia. Los puestos pernoctaron y las cortinas metálicas bajaron tarde, hasta que la muchedumbre se disipó. Fue una víspera de Reyes Magos como cualquier otra, y eso significó un problema.
Guanajuato reactivó el comercio, pese a semáforo rojo
El estado de Guanajuato reactivó el semáforo rojo por la pandemia de COVID-19 del 28 de diciembre al 10 de enero. Entre las implementaciones estuvo la reducción del aforo al 30 por ciento en los comercios. Y a pesar de que la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servytur) estimó una disminución del 50 por ciento en las ventas por Día de Reyes con respecto al año pasado, la realidad es que no se tradujo de manera perceptible en la afluencia de gente, principalmente en las zonas de comercio informal.
Francisco es obrero en una planta ensambladora de electrodomésticos. Salió de su trabajo y recorrió casi una hora en autobús para llegar al centro de Celaya. En sus manos llevaba una enorme caja de cartón, y sentado esperaba el último transporte que lo llevaría a su casa en Tenería del Santuario, a otra hora de camino.
“Este año estuvo bien difícil, pero gracias a Dios ni nos contagiamos, ni perdí mi trabajo ni nos faltó para comer. Ahorita el aguinaldo se fue en los regalos de mi hija, ni modo de no dejarle nada y quitarle la ilusión desde bien niña”.
Francisco platicó que la emoción que siente un niño por encontrar sus regalos en la mañana es igual o mayor que la que siente un padre por brindarle una alegría a sus hijos. “La tradición de Reyes ahorita también es importante. Con todo lo malo que pasó este año, lo único que nos queda para tener algo de felicidad son estos días. […] A lo mejor no es lo más correcto venir a comprar con todo el gentío que hay, pero mientras uno se proteja y compre lo que tenga que comprar, no se expone tanto”.
Un año difícil para los comerciantes, muchas preguntas, pocas compras
Por otra parte, Leticia armó desde las diez de la mañana un puesto con triciclos y coches montables en la cochera de su casa, a orillas del tianguis más grande de la ciudad. Por la mala ubicación, pocas personas son las que pasaban y se acercaban a preguntar precios, pero aún así, ella veía su negocio como una manera de aprovechar la temporada y generar un dinero extra.
Sin embargo, percibió que la cantidad de personas se redujo considerablemente con respecto a años atrás. “Antes las ventas estaban muy buenas, de hecho, yo casi no me quedaba hasta la noche porque no me iba mal. Pero ahora sí me voy a quitar hasta que la policía quiera porque no ha salido casi nada”.
Leticia comentó que solo se dedica a la venta de juguetes en Día de Reyes y Día del Niño, pues sus ingresos primordiales los obtiene de su pensión. Y aunque su negocio fue uno más de los que trasnocharon en el centro, aseguró que la demanda popular fue el factor principal del congestionamiento en la zona comercial.
“Pues está mal que la gente salga y se junte, porque seguimos con lo del coronavirus. Pero si ellos quieren salir y comprar sus regalos, no se puede hacer nada. Ni la policía que está afuera del tianguis les dice algo, porque a muchos les vale. Así no hubiera puestos, la gente se iba a salir a buscar”.
Más de tres Reyes Magos, los que abarrotaron las calles
Las luces de los locales y puestos iluminaron hasta la madrugada. Quizá no habría sido así, si una multitud de celayenses no hubiera salido a comprar juguetes y dulces, irónicamente pensando en sus hijos. Se pudieron haber adquirido los regalos con antelación, a través de internet o cualquier otra alternativa que evitara aglomeraciones y posibles contagios.
Sin embargo, se interpuso y se priorizó una celebración por encima del cuidado de los demás, por más pura que fuera la intención. Anoche había tantos Reyes Magos en el centro de Celaya, que los que no tenían “corona” muy probablemente se la llevaron a casa.